martes, 8 de marzo de 2011

Artículo: Farmacéuticas vs Productos milagro

  • Hallar sustancias químicas innovadoras lleva a la industria farmacéutica a gastar 800 millones de dólares. El proceso implica investigación clínica, pruebas preclínicas y toxicológicas; en cambio, los productos “milagro” no cuentan con ninguna evidencia experimental que garantice su efectividad
Luz Olivia Badillo

Nuestra vida cotidiana está inundada de anuncios en los medios de comunicación difíciles de ignorar: Productos que ofertan el elixir de la eterna juventud, geles que reducen los odiados gorditos, pastillas “naturales” contra miles de padecimientos, potenciadores sexuales, brazaletes que equilibran nuestra energía... A su lado, la industria farmacéutica parece incompetente ante la “maravillas” que ofertan los productos milagro, no obstante, su consumo y el abandono de tratamientos de medicamentos basados en la evidencia pueden poner en riesgo la vida de las personas.

En contraparte a los productos milagro, las farmacéuticas llevan más de 50 años dominando el concepto de "medicina basada en la evidencia”, que son aquellos fármacos con pruebas experimentales sobre su eficacia. Pero fue hasta 1991 cuando un grupo de trabajo de la Universidad de Mcmaster en Canadá publicó en la revista de la Asociación Médica Americana (Journal of the American Medical Association) que se llegó al consenso: “La actividad médica cotidiana debe fundamentarse en datos científicos y no en suposiciones o en creencias”. Ello generó controversia porque no tomaba en cuenta el expertise, que es el conocimiento que el clínico adquiere con los años y se emplea en la práctica médica de alto nivel.



El médico (durante una consulta) debe seguir una metodología para la prescripción basada en la evidencia: formulación de una pregunta, búsqueda, hallazgo, evaluación, interpretación de la información médica pertinente y emplear la información científica como fundamento. Cuando un producto se promociona como terapéutico debe estar respaldado por las fuentes de investigación más serias y prestigiadas. En cambio, los productos milagro se pueden adquirir sin receta alguna porque se ostentan como cosméticos o suplementos alimenticios.


Fármacos vs charlatanerías

Desde 1985 se frenó la aparición de medicamentos innovadores, es decir, sustancias activas que prevengan, alivien o mejoren alguna enfermedad, el doctor Rodolfo Rodríguez Carranza, jefe del Laboratorio de Desarrollo de Medicamentos del Departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explica la razón: Desarrollar una sustancia química nueva implica un costo de 800 millones de dólares, lleva de 5 a 10 años y pasa por tres etapas: investigación clínica, investigación preclínica y estudios de toxicología.

“Durante la investigación clínica, se hace síntesis de estructuras químicas. De 10 mil moléculas que estudiamos a través de los procesos de farmacología preclínica y clínica se va haciendo un filtro por el cual, muy pocas moléculas pasan a ensayo clínico; de cada 10 mil, una o dos moléculas se autorizan para uso en seres humanos.”

En la farmacología preclínica se ensaya con ratones, perros y hasta primates, el proceso implica una enorme cantidad de estudios: detectar una actividad biológica que tenga utilidad, hacer ensayos comparativos con fármacos de referencia, conocer los efectos biológicos generales del producto, hacer los estudios de fármacocinética (estudio del efecto que tiene en el organismo desde que se ingiere hasta su total eliminación).

Los estudios de toxicología aguda, subaguda y crónica, analizan los efectos secundarios y a largo plazo con dosis de administración repetida, una o dos veces al día en un periodo superior a tres meses. Una vez que los resultados superaron todas las pruebas, “hay que mostrarlos a las oficinas de gobierno para ser revisados, analizados y dictaminados por expertos. Si la sustancia química mostró un efecto potencialmente útil en la terapéutica y no mostró efecto totalmente dañino, se autoriza su prueba por primera vez en seres humanos. Cuando un producto llega a esta fase prácticamente está del otro lado”, explica.

Rodríguez Carranza subraya: "Los productos milagro no dependen de ningun estudio equivalente a los fármacos, no cuentan con pruebas de eficacia y seguridad. ¿Quién los produce y tiene el control de su calidad? No se sabe porque sus resultados no se pueden consultar en artículos ni revistas especializadas". Considera que su irrupción en el mercado se debe a los altos precios de los medicamentos que no son innovadores.

“Hoy en día proliferan los productos derivados o análogos —productos a los que se modifica una molécula (la considerada originalmente innovadora) para romper la patente—, porque su precio es tres veces superior al producto original por anunciarlo como novedoso, se desarrolla en menos tiempo, y al final, pertenecen a la misma familia. Como el captopril, un antihipertensivo que se desarrolló en 1971y desde entonces cuenta con 14 análogos. Es el mismo mecanismo de acción, la misma eficacia clínica, sólo varía la incidencia de reacciones adversas”.


En la frontera de la salud

¿Qué son los productos milagro? Oficialmente se señala que los productos milagro o frontera se caracterizan por exaltar en su publicidad una o varias cualidades terapéuticas, preventivas, rehabilitadoras o curativas, que van desde cuestiones estéticas hasta la solución a problemas graves de salud. Se elaboran con base en plantas o sustancias de origen natural o sintético. Se presentan en pastillas, soluciones, geles, cremas, parches, jabones, ampolletas, etcétera. También les llaman frontera porque son productos con más de una “cualidad”, pueden ser vitaminas con “quemagrasa” o un suplemento alimenticio con algún remedio herbolario, propiedad preventiva, rehabilitadora o terapéutica: aparecen en el límite de más de una acción.

Un ejemplo de productos fraudulentos son las pulseras holográficas de Power Balance que "mejoran el equilibrio y flexibilidad", en España hasta la ministra de Sanidad, Lere Pajín las usaba, pero tras varios estudios que comprobaron su nula eficacia, la empresa fue sancionada con 15 mil euros. En Italia donde también se distribuía, la cifra ascendió a 350 mil euros. En nuestro país el producto no ha sido objeto de ninguna multa.



Los productos frontera se presentan como un satisfactor inmediato: se bajan kilos por hora, te pones una crema hoy y mañana bajaste dos tallas... Ni la publicidad ni los empaques mencionan las contraindicaciones de su uso ni los riesgos de consumo. Se anuncian a todas horas en televisión abierta con artistas de la farándula e incluso deportistas; en la página de Internet de Power Balance, el jugador de baloncesto Shaquille O’Neal da testimonio de su experiencia con el brazalete: “mientras jugaba para los Phoenix Suns, había tres de mis compañeros de equipo usando el producto y, ¡ganamos ese juego por 57 puntos! Sentía algo cuando usaba la pulsera, así que seguí usándola. Cuando me la quitaba, volvía a la normalidad”.

Probablemente un brazalete no ocasione ningún trastorno, sólo sentirse timado tras usarlo por días sin obtener resultado alguno, pero la situación se complica si se ingieren pastillas o bebidas, y si éstas se combinan con medicamentos: pueden ocasionar trastornos, ocultar síntomas y enfermedades, advierte Lucio Lastra Marín responsable de operación sanitaria de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris). “Lo peor es no asistir al médico para tener la atención adecuada o abandonar el tratamiento para usar un producto milagro".

En la publicidad hay una ausencia de aviso sanitario, en automático los productos se anuncian y los empaques no mencionan las contraindicaciones de su uso ni los riesgos de consumo. En la publicidad es atractivo que se anuncien como 100% naturales o innovadores. Lo peor es que aveces los médicos con cédula profesional los recomiendan. No obstante en México existen leyes que regulan su venta y promoción.

Normatividad vigente

• La Ley Federal de Protección al Consumidor en el artículo 35 faculta a la Procuraduría General del Consumidor para ordenar al proveedor que suspenda la información o publicidad que viole las disposiciones de la ley, o en su caso ordenar al medio la suspensión.

• La Ley General de Salud en su artículo 300 faculta a la Secretaría de Salud para autorizar la publicidad en el tema, de entrada, ésta no debe inducir a hábitos, prácticas o conductas nocivos a la salud física y mental.

• El artículo 414 bis de la misma Ley General de Salud dice que puede haber aseguramiento de productos para el caso que se comercialicen productos herbolarios, complementos alimenticios, dieta, perfumería e indabidamente fuesen publicitados como medicamentos. Si ya se encuentran en circulación establece infracciones: van de 359 mil y 719 mil pesos.

• La Ley de Radio y Televisión en su artículo 67 establece que no se debe transmitir propaganda o anuncios de productos industriales o comerciales que engañen al público o le causen un perjuicio.

El papel del gobierno federal es aplicar la ley sin contemplaciones, aunque las sanciones son muy bajas para las ganancias que se llevan las empresas fraudulentas, si se les multa una y otra vez, la gente se dará cuenta de la dudosa procedencia de las maravillas que ofertan y con el tiempo dejará de comprar esos productos. La obligación de los gobiernos, ya sea federal, estatal o municipal es proporcionar información a la población sobre la veracidad de los remedios curativos y promover una cultura de la prescripción basada en la evidencia.

Es difícil no caer en la tentación de poseer un cuerpo escultural con la promesa de tomar dos pastillas al día o con sólo apretar un botón que lo hará todo por nosotros, pero seamos realistas, esos cambios repentinos no existen, la mejor forma de mejorar nuestra salud es con una alimentación balanceada y la práctica de alguna actividad física. Si padece alguna enfermedad no dude en acudir con un doctor. A todos nos gustan los remedios fáciles y los milagros, y más si se trata de nuestra apariencia, ¿pero qué sucede cuando está en peligro nuestra salud? No se deje llevar por publicidad engañosa, como dice el dicho “lo barato (y en este caso fácil) sale caro”.

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