Foto: Arturo Orta
¿Qué
es el cognicidio?
Significa
matar el conocimiento, “cogni” significa conocer y “cidio”
acción de matar. El conocimiento no es como la información que se
puede guardar en la memoria de computadoras o en bibliotecas. Todo
organismo, todo, sobrevive siempre que sea capaz de interpretar la
realidad en que vive: por ejemplo, si tuviéramos una babosa
enfrente, tan sencilla que no tiene cerebro, ella tiene que
interpretar si se mueve para la izquierda, donde se acabaron los
nutrientes, o para la derecha, donde todavía hay. Si se va para la
izquierda es demasiado idiota para ser babosa y la lucha por la vida
no puede tolerar semejante chapucería. Esto rige para los vegetales
también: Imagínate que en un campo de girasoles todos están
mirando para el lado donde sale el sol. Si hubiera uno que mira hacia
el lado contrario sería demasiado tarado para ser girasol. Si una
bacteria necesita la enzima beta galactósido para alimentarse tiene
que reconocerlo, saber dónde está, es decir, interpretar su
realidad.
En el
caso de los seres humanos hace 50 000 años les empezó a brotar algo
que llamamos conciencia y, como interpretar la realidad es tan
importante para sobrevivir, empezó a hacer modelos mentales para
decir por qué ocurren las cosas.
En su
libro Hacia una teoría general sobre los hijos de puta usted
dice que los países del tercer mundo no pueden ser democráticos,
¿por qué?
En la
Gracia Antigua la sociedad estaba organizada por capas jerárquicas,
si vos pertenecías a un determinado escalón de ésta, tenías que
obedecer al de arriba y eras obedecido por el de abajo sin tener que
justificar el por qué. La manera de vestir, usar barba o no, el tipo
de empleo que se tenía, con quién se podía casar, todo estaba
reglamentado con base en ese sistema pero de repente todo se viene a
bajo; cobran importancia las ciudades y los habitantes, llamados de
ahí en adelante ciudadanos, quienes enfrentan el problema de
gobernarse entre iguales. Inventaron las leyes del tener razón, y
las leyes del tener razón son argumentar, refutar, comparar,
disuadir, convencer, que con el tiempo se va transformando en la
democracia y la base de la filosofía.
En
México no se argumenta, así los integrantes de un sindicato pidan
algo lógico y justo tienen que bloquear una carretera o atarse a una
verja o exhibirse desnudos en avenida Reforma para que les hagan
caso. Así no funciona la democracia. Ahora, como todas las
cuestiones son demasiado complejas como para discutirlas a muerte y
convencer a todos, llegado el momento se tiene que ir a votar, pero
el voto es el fracaso de la democracia. Entonces lo que se acostumbra
es discutir y cuando todos dicen “bueno, este es el mismo argumento
de hace media hora. Ya no hay ninguna idea nueva, bueno, vamos a
votar”. Pero en México ni siquiera se está a ese nivel. En el
tercer mundo no se puede ser democrático.
La
ciencia tampoco se puede desarrollar en ese contexto a menos que pase
como en el primer mundo, que se desarrolló en los espacios
universitarios, con argumentos. Si al final, lo que pasa con la
ciencia mexicana lo termina decidiendo el Fondo Monetario
Internacional o el Banco Mundial, que dicta que tiene que ser así o
asa y si no el ministro de Economía no suministra presupuesto. Uno
debate, pero lo gobiernan económicamente.
¿Cuál
es la ventaja de la ciencia frente a otros conocimientos?
El ser
humano comenzó con el animismo, dotar de vida a las cosas, el
politeísmo, el monoteísmo, y el primer modelo humano para
interpretar la realidad que no utiliza deidades es el modelo
científico. Un científico premio Nobel puede dar una conferencia y
si en el fondo de la sala un becario le hace una objeción, él no le
puede decir “oye, ¿usted sabe con quién está hablando?”, le
tiene que contestar.
El
desarrollo de la ciencia moderna no tiene ni cuatro o cinco siglos
pero la tienen muy pocos países; los llamados del primer mundo.
México no tiene ciencia, tiene muy buena investigación, poquita,
pero la que tienen es de excelente nivel y no lo digo porque sea
investigador, sino porque publican en las mejores revistas del mundo
y ahí no hay suposiciones ni caprichos. Lo que dice la ciencia vale
para todos lados: es universal.
Es el
mejor esquema explicativo que cubre dos requisitos: uno, la capacidad
de predecir; y otro, la coincidencia de lo que afirmo con la
realidad. Hace un tiempo le pegaron un balazo en la cabeza a Salvador
Cabañas, jugador de futbol. El Instituto de Neurocirugía le aplicó
un tratamiento que se llama Gamma Knife, el equipo tiene un
costo de unos 40 millones de pesos, capaz de operar la cabeza sin
abrirla. Es un aparato tan caro que solo hay uno en el país y una
cola enorme de pacientes requieren usarlo. Ello le salvó la vida al
jugador. En agradecimiento, los fans marcharon a la villa de
Guadalupe. Si hubiera una cultura compatible con la ciencia, el
América hubiera jugado contra Chivas y, de lo que se recaudara,
donarlo para comprar otro aparato pero piensan que si hay una
solución la debe proveer la virgen.
Al
lugar donde tenía el balazo Cabañas le hicieron una tomografía
computarizada, la zona afectada estaba representada en colores con la
forma, naturaleza, posición, irrigación y vías nerviosas que
interrumpía el disparo. Los médicos combinaron conocimientos de
neuropatología, computación, imagenología, entre otros, para que
los neurocirujanos le abrieran la cabeza. Quiere decir que todas las
leyes de la computación, la imagenología, radio y patología deben
de estar bien porque coincidió con la realidad. La predicción que
hicieron con la realidad fue total.
Una
vez en la UNAM me invitaron a una mesa redonda donde participó un
sacerdote; él decía que cada quien es libre de creer. Y yo le dije
que no era cierto porque si un médico es libre de creer, puede decir
que no cree en los tumores y cualquier paciente con ese mal que tenga
la mala suerte de caer en su consultorio morirá. Así que usted no
es libre de creer, le dije. Esa es una tontería que le dicen al
pueblo.
Comparemos
eso con la eucaristía: cuando el vino y la hostia se transforman en
el cuerpo y sangre de Cristo. Si es cierto que ese vino se transforma
en sangre de Cristo, ¿le dejarían a la ciencia que se tomen un par
de mililitros para ver a qué grupo sanguíneo pertenecía? Como en
la sangre hay células de glóbulos blancos, se puede obtener una
muestra de ADN del núcleo para secunciarlo. Como los padres de
Cristo eran Dios y el Espíritu Santo tendríamos el genoma de Dios y
el Espíritu Santo. Cuando se lo dije al cura que participaba en la
mesa redonda dijo que era una blasfemia lo que yo decía y yo le dije
que él era un cognicida. Esa manera de interpretar la realidad
estaba bien hace 3 mil años en la Edad de Bronce tardía en la que
se formó el judeocristianismo, no ahora.
A mí
me jodían con la cuestión de la clonación: que si queremos hacer
robots sin alma, materialistas. Y digo: No, ¡¿quién dice eso?!
Nosotros, los científicos, clonamos células del páncreas a ver si
podemos modificarlas y meterlas en el peritoneo a un diabético para
que le segrege insulina. O cuando una persona sufre quemaduras de
segundo o tercer grado se obtienen células del tejido sano para
sembrarlas, hacerlas crecer e injertarlas en la piel de nuevo. A eso
se le llama clonación. Luego le pregunté al mismo cura que si hace
2 mil años que empezó el Cristianismo, y desde ese entonces se han
tomado la hostia y el vino en cada ceremonia religiosa, ¿se trataba
de un acto simbólico? Él contestó que no, que es una viva
representación de su cuerpo y sangre; entonces, le contesté, desde
ese tiempo los curas vienen clonando a Cristo. El tipo se paró y se
fue. La cultura mexicana está enhebrada por el catolicismo, ¿eso se
parece a la ciencia?
¿Qué
es la cultura científica?, ¿quiénes deben poseerla?, ¿cómo
apropiarse de ésta?
Yo
hago una diferencia entre la cultura científica y la cultura
compatible con la ciencia. Si voy a Argentina y digo que acá en
México hay buena odontología, los argentinos no van a pensar que
acá toda la gente es dentista sino que hay uno por cada 200
habitantes, por decir algo, que lo son; el resto tiene una cultura
compatible con la odontología, quiere decir que si a alguien le
duele una muela o se le parte una corona acude a ese 1% de la
población para curarse. En cambio, México no se tiene una cultura
compatible con la ciencia; por lo menos, a Salvador Cabañas lo
curaron los médicos con un aparato avanzadísimo, pero le
atribuyeron la solución a una virgen.
La
UNAM quiere que la sociedad tenga una cultura compatible con la
ciencia: se publican libros para explicar por qué es de día, de
noche, por qué llueve, sobre el clima, el sol, qué sé yo. Pero el
día que vino Juan Pablo II en su penúltima visita al país era un
día precioso, radiante de sol, y todas las emisoras de televisión
dijeron que se fijaran hasta qué punto la virgen de Guadalupe amaba
al papa que hizo despejar las nubes para recibirlo, y eso lo vieron
millones de chicos que pasan a ser subdesarrollados, atrasados. Eso
es cognicidio; es matar el conocimiento que la gente de la UNAM está
tratando de fomentar. Nosotros nos mantenemos en el tercer mundo que
no tiene ciencia y padece varios dramas.
El
primer drama es no tener ciencia en el siglo XXI donde ya no queda
prácticamente nada que se pueda hacer sin ciencia y tecnología. Las
laptops, el aire acondicionado, las cámaras fotográficas... la
salud pública, el transporte, la comunicación, hasta la diversión:
todo depende directa o indirectamente de la ciencia.
El
segundo es que con el analfabetismo científico —que significa no
poder interpretar la realidad sin recurrir a milagros, revelaciones,
dogmas ni al principio de autoridad— el afectado es el primero en
reconocer su tragedia: las poblaciones que padecen inundaciones cada
temporal, carestía de comida, medicamentos o agua, pero como le
falta el conocimiento sobre ciencia no puede entenderlo, así se lo
expliques. Y no solo le pasa al campesino que vive en la sierra, le
pasa al Estado.
Yo soy
asesor del Consejo Consultivo de Ciencia desde hace 17 años, ya van
tres presidentes de la República en ese periodo y en su perra vida
me preguntaron nada. Pero son muy buenos tipos, nos dicen “ahora
tenemos muchos problemas urgentes pero en cuanto los resolvamos vamos
a apoyar a la ciencia”. Eso ya los define como una bestia porque es
como si yo te dijera, mira: “Ahora tengo que resolver todas estas
ecuaciones diferenciales pero si bien las resuelva, te juro que voy a
estudiar a ver qué es eso de las matemáticas”, y me vas a decir:
“o usted aprende matemáticas o en su perra vida va a poder
resolver una ecuación diferencial”.
En
México todos los problemas son económicos, todavía está a la
antigua cuando la variable principal de la realidad era la economía.
Parece que el marxismo nos convenció demasiado pero yo te puedo
decir que si en el caso de Salvador Cabañas hubiera venido Slim a
taparlo con una carretilla de dólares, se hubiera muerto, porque la
variable es el conocimiento en el mundo moderno, no la economía.
Somos pobres porque no hay conocimiento.
El
papa Pío IX en 1864 promulgó la encíclica Quanta cura en la
que condenó a la ciencia y sus derivados. Me gustaría que a ese
papa, si le hicieran un cateterismo, él mismo dijera que no porque
deriva de la ciencia, o que si tomara un vuelo al Vaticano se le
negara y se tuviera que ir nadando porque es otro producto de la
ciencia. Como es un dogma, en la religión no se pueden corregir sus
errores.
El
analfabetismo científico trae dramas terribles. Uno de los máximos
desastres que le pueden pasar a una especie biológica, el ser humano
entre ellas, es que fueron seleccionados para actuar en una realidad
y que la realidad cambie. Supongamos que a un pescado de una laguna
de agua dulce de repente se saliniza, se muere. O un vegetal que
requiere cierta cantidad de agua, lo mismo. O imagínate una
guacamaya seleccionada para vivir en el trópico pero si la llevo al
polo, se muere.
Hay
una polilla gitana que devasta los árboles frutales; un tiempo se le
suministró DDT pero no la mataron al cien por ciento, quedó un diez
por ciento resistente; el año que vino todas eran descendientes de
las sobrevivientes; en aquella ocasión se usó más DDT; murieron
algunas pero también se seleccionó a especies más resistentes.
Llegó un momento en que se tenía que ponerle más DDT y a las ya
polillas no les pasaba nada pero sí a los humanos: si ingerían esa
fruta se intoxicarían.
Ahí
entra la ciencia: investigadores hallan que la polilla macho detecta
a una hembra hasta a cuatro kilómetros de distancia por las
feromonas que emite ésta. Obtienen la fórmula química de las
feromonas, lo rocían con una avioneta sobre los sembradíos y acaban
con el problema. Se produjo lo que se llama castración informática.
No castraron a las polillas sacándoles sus órganos genitales sino
que las desorientaron. La esencia de esto es que se detectó en qué
realidad se reproducían, se cambió esa realidad y ya no la pudieron
interpretar.
Si un
campesino mexicano pierde su trabajo en Yucatán, allá vivía del
yute pero llegó otra empresa que fabrica nylon, tiene que migrar y
consigue otro donde se hacen cámaras fotográficas de 10
megapixeles. La ciencia y la tecnología le cambiaron la realidad, su
situación es igual a la de la polilla. Está a años luz del
conocimiento que se necesita para habitar esta realidad con cosas que
produjo el primer mundo. Eso es un drama.
México
tiene que hacer ciencia y tecnología, no para aumentar su acervo
cultural sino porque si no te mueres; o es al revés que la polilla:
el ser humano en situaciones adversas se reproduce más, y en
consecuencia, cortan los bosquen, urbanizan zonas, y es un drama. Es
un problema tan grande que no se puede ser democrático porque no
existe esa capacidad para serlo. No hay un razonamiento porque la
gente está desesperada.
¿Problemas
como el cambio climático no nos obligará a decidir como humanidad
con base en el conocimiento científico?
No se
está haciendo. Nuestras universidades en última instancia están
reguladas por los economistas, que están hundiendo el conocimiento
nacional. Nosotros hacemos ciencia, ¿quién nos pone las normas en
economía? Los administradores. Te mandan una tabla para obtener un
donativo por tres años donde tienes que poner qué vas a estar
haciendo trimestre por trimestre. La ciencia se maneja por novedades,
yo puedo estar investigando X objeto y si mañana me despierto y veo
que lo acaba de descubrir un japonés, ¿qué voy a hacer? No se
puede ignorar. No es una fábrica de salchichas y decir que si hago
20 por día en tres meses voy a hacer X más. El conocimiento no es
lineal ni continuo y esos métodos obligan a que el investigador
mienta.
Imagínate
que a Einstein, guardando toda proporción, ibas a presionarle en
siete meses para que se le ocurriera la teoría de la relatividad y
que llegara un administrador a preguntarle, ¿en qué porcentaje la
tiene desarrollada?, ¿ocho por ciento?... ¡¿Qué día se le va a
ocurrir?! Carajo, yo puedo decirle lo que voy a hacer pero no puedo
prometerle que se me va a ocurrir nada, porque la ocurrencia no la
manejo.
El
tipo que pone las normas con las que uno va a investigar es
suficientemente idiota porque está hundiendo el conocimiento
mexicano. A ese tipo, yo, con toda la amabilidad y respeto lo
colgaría de un árbol. Además, dicen idioteces terribles, dicen que
hay que hacernos más competitivos: la ciencia no progresa por la
competencia, si un organismo es competente no necesita competir; al
contrario, lo que surge en ciencia es resultado de la cooperación.
Están arruinando el esfuerzo mexicano por conocer.
Cuál
es el papel que juega la divulgación de la ciencia en México?, ¿en
qué ha fallado? y ¿cuáles son sus retos?
La
divulgación de la ciencia que se hace en México es buenita pero
extremadamente parcial, tan parcial que es mala. Por qué cuando vino
el papa Juan Pablo II los divulgadores no hicieron pláticas para
explicar por qué estaba escampado el día. No enseñan por qué no
tenemos ciencia: no hablan de los administradores ni defienden el
estado laico porque la religión es la estructura central de la
cultura mexicana. No se divulga. Es como si yo escribo un libro sobre
la tuberculosis pero no me permiten políticamente abordar al bacilo
de Koch. Se llama disonancia cognitiva.
Los
divulgadores para hacer la ciencia interesante nombran casos
insólitos; por ejemplo, ¿sabías que si el hombre saltara como una
pulga podría llegar a la punta de la Torre Latinoamericana? y ¿que
hay agujeros negros tan poderosos que se comen toda una galaxia? Se
acostumbró a la gente que los científicos somos gente que vivimos
de coleccionar pendejadas. Un presidente puede llegar y decirnos:
Oiga, yo en lugar de darle plata para que me enseñe cómo un agujero
negro se come una galaxia, me gustaría que me diga cómo le hago
para que los chicos de México coman una proteína, y tendría razón.
Pero resulta que México no tiene líderes culturales competentes,
son analfabetas científicos. Cuando vine a México fui a la mina El
Edén en Zacatecas y se me erizaron los pelos porque entré y los
hijos de los mineros heredaban la deuda de los padres. Si rompían
una pala o un pico, ya estaban endeudados por el resto de su vida. No
salían de esclavos. Una de las grandes reformas fue: uno no puede
heredar las deudas de sus padres.
¿Cómo
puedes permitir que a un niño de seis años lo pongas de rodillas a
que se golpee el pecho porque un requetetataraarchi abuelo que se
llamaba Adán y su señora que se llamaba Eva se comieron una
manzana? Eso es anticlimático. Cómo vas a poner a rezar a un chico
por un dios que es todo bondad y le dicen: pero este tipo se enojó
porque le comieron una manzana, se agarró una bronca bárbara y la
única manera como se le pasó fue decidiendo mandar a su bebé, que
se llama Cristo para que ustedes mortales lo crucifiquen y ahora sí
perdonarlos a todos. A mí me parece que ese es un dios hijo de puta.
Si la
religión es el núcleo de la cultura mexicana es una perversidad. Yo
no digo: hay que prohibirla porque así no funciona la ciencia, si yo
digo que dos por dos es cuatro, la ciencia no sale a decir: “y está
prohibido decir que es 13”. No, enseña a sumar bien a la gente y
por sí solos se harán concientes. Que la gente crea lo que quiera
pero enséñale a pensar. Eso no lo está haciendo la divulgación ni
siquiera puede tocar el tema. Yo digo que se está haciendo una
divulgación mala a pesar de que tenemos a gente de mucha calidad.
¿Quiénes
deben de hacer divulgación de la ciencia?
Yo
creo que deben divulgar los mismos que están haciéndolo ahora;
también los científicos, los penalistas, los especialistas en
derechos humanos. Supón que hay una epidemia, vos esperás a que los
médicos salgan a decir qué está pasando. Resulta que los
sacerdotes ponen a un niño de rodillas a rezar y los especialistas
en derechos del niño no les dicen: “Usted no puede enseñar esas
idioteces de adorar una deidad”. Son infanticidas porque el niño
no filtra con la razón la información que le están dando. Están
fabricando ciudadanos subdesarrollados y eso debería estar penado.
Debería estar penado idiotizar al mexicano diciéndole “mire cómo
la virgen hizo brillar el sol y despejar las nubes”.
La
intoxicación cognitiva, que es la mentira, tiene vía libre, no lo
controla nadie, ¿por qué la UNAM deja que se propalen indignidades?
Yo critico fuertemente a los que hacen divulgación científica y a
los especialistas en filosofía, psicología infantil porque no se
atreven a decir: No le enseñen a los niños estupideces.
¿Qué
lo llevo a dedicarse a la ciencia a pesar de tener todo en contra? Si
vemos a esta actividad como una vocación incierta, donde los países
tercermundistas investigan los rescoldos de la big science que
generalmente se lleva a cabo en los países desarrollados.
Cuando
yo tenía 17 años, me preguntaban cómo me iba a ganar la vida, ¿qué
quería hacer? Yo vivía en un barrio de clase media baja en
Argentina donde había médicos, abogados, dentistas, ingenieros; vos
elegías entre eso. Yo elegí medicina y uno de mis profesores fue
Bernardo Houssay, galardonado con el Premio Nobel de Medicina en
1947; y Luis Federico Leloir, Premio Nobel de Química en 1970, era
mi amigo; entre ellos, malditos tipos, me torcieron la vida, porque
si bien salí titulado como doctor en medicina yo ya era un
científico. Si yo fuera un médico que palpa barrigas u opera oídos,
viviría en la Argentina pero por ser científico hubo un golpe de
estado nazi-católico y me tuve que exiliar. Primero fui profesor de
una universidad en Nueva York pero me dijeron que México había
encontrado mucho petróleo y estaba por “administrar la abundancia”
y vine acá. Me apoyaron mucho. Mis trabajos se publican en las
mejores revistas del mundo. Mi parte de investigador que es
fisiología celular y molecular la hago; en mis horas libres o los
fines de semana me dedico a escribir.
Cuando
Francis Bacon dijo “knowledge is power”, dijeron pues si da tanto
poder no lo divulguemos, vamos a mantenerlo entre nosotros. En el
primer mundo están en contra de la globalización del conocimiento.
La gente confunde información con conocimiento. Hay gente que quiere
que se desarrolle la investigación porque lo que provee es
información, no conocimiento. México está sujeto al primer mundo
porque éste último quiere poseer el monopolio de la tecnología e
innovación para vendérnoslo: los medicamentos, los coches, las
cámaras, lo de ellos.
Luz Olivia Badillo