miércoles, 6 de marzo de 2013

¿En qué cajas perceptuales estamos atrapados?

Extracto del discurso que dio Pepe Gordon hace poco en un evento público. Él nos confirma que estamos hechos de historias y la vida y la ciencia, pésele a quien le pese, sabe más rica si le metemos drama.

”Los pequeños cambios pueden tener efectos muy profundos; simplemente podríamos recordar el famoso efecto mariposa que nos dice que un pequeño aleteo puede desencadenar una tormenta, es un modelo meteorológico que planteado por Edward Lorenz hace algunos años. Esto se puede traducir en términos poéticos planteando que nadie puede cortar una flor sin perturbar a una estrella.

Una historia que tiene el sabor de un relato literario pero que pertenece al terreno de la investigación científica, es un experimento relacionado con el trabajo de David Hubel y Torsten Wiesel quienes fueron ganadores del premio Nobel en 1981. Ellos colocaron a dos grupos de gatos recién nacidos en entornos cuidadosamente controlados (los gatos nacen con los ojos cerrados y los nervios ópticos aún no están desarrollados): Un grupo de gatos estuvieron cierto periodo de tiempo en una caja con paredes dibujadas en líneas horizontales de color negro; y otro, en un caja con líneas verticales negras.

Los resultados fueron muy interesantes -parafraseando al poeta Antonio Machado: se hace mirada al mirar- porque los gatos que nunca estuvieron expuestos a las líneas verticales moldearon sus conexiones neuronales de tal suerte que se tropezaban con las sillas: ya no podían ver lo vertical y para el otro grupo, no existían las líneas horizontales. Esta investigación me confronta con dos preguntas: ¿en qué cajas perceptuales estamos atrapados?, ¿cómo salir de las cajas y problemas donde nos encierra nuestra educación, nuestra sociedad, nuestra cultura?

Me parece que detrás de las múltiples crisis que vivimos hay una crisis esencial: vivimos una crisis de imaginación. Estamos ante un confinamiento mental en donde prácticamente no podemos ver más allá de las líneas que estamos acostumbrados a ver. Sin embargo, sabemos que el arte y la ciencia nos permiten saltar los límites del pensamiento.

Ante el agujero que pareciera no tener solución, que es el del calentamiento global, el Premio Nobel Mario Molina una ocasión me planteó que el costo económico para limitar las emisiones de los gases de efecto invernadero y componentes relacionados con este problema, sorprendentemente, es relativamente barato.

Hay estudios económicos que coinciden en que el costo para enfrentar el cambio climático es de alrededor del 2 por ciento de la productividad global. Mario Molina me decía que se trata de una cantidad de dinero enorme pero es bastante menor que la cantidad de recursos que cuestan los huracanes y sequías por no hacerle caso al problema. Ante un reto que parece no tener solución, la ciencia se toma el tiempo para dimensionar los problemas. Esto no es una garantía de que como sociedad vamos a saber tomar la salida, pero por lo menos ahí está la posibilidad.

En México, como nunca, necesitamos impulsar la imaginación y genialidad que está en nuestros cerebros, en nuestras cien mil millones de neuronas para impulsar la educación del siglo XXI con las herramientas que tenemos para pensar las cosas de una manera completamente fresca y original, para impulsar la ciencia y la innovación.

Estoy convencido de que los científicos mexicanos pueden abrir boquetes en las cajas que nos limitan para ponernos al día en la sociedad del conocimiento del que todos somos conscientes para crear grupos estratégicos de pensamiento, think tanks que pueda impulsar el crecimiento y detonar de manera estratégica el desarrollo en nuestro país e ir de la mano con las industrias, con la sociedad en su conjunto para combatir la pobreza y la desigualdad".



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